A las buenas,
Como prueba de nuestra adaptación a la ciudad ayer nos tocó ir a la peluquería porque a Oscar le llegaban los ricillos al hombro, la verdad es que nos fue bastante fácil porque íbamos con un amigo chino y porque nos cortó el pelo un señor que hablaba un perfecto inglés, pero eso no quita que el mundo de la peluquería china se merezca un capítulo.
En Shanghai en cada calle hay al menos una peluquería y un sitio de hacerse masaj
es. Ya os dijimos que ambos son lugares que pueden encubrir algún tipo de prostíbulo, pero en general, si no hay bombillas de colores y las peluqueras no van vestidas con pequeñas batas rosas todo está en orden. Obviamente, si hay tantas es porque hay muchísima demanda, y no nos referimos al "happy ending". Aquí ves mucha gente a diario peinada de peluquería, tanto hombres como mujeres. En el caso de los hombres, los que van suelen ser jóvenes con aspecto "fashion" que se hacen peinados imposibles con pelos con mucho fijador peinados hacia arriba. En cuanto a las mujeres hay dos tendencias estéticas, el pelo como el de la Beckham con más o menos variaciones (más corto por atrás, más champiñón, con flequillo...) y lo más de lo más que son...¡los tirabuzones! Porque claro, es bien sabido que uno siempre quiere lo que no tiene y como ellas tienen el pelo reliso pues
tener bucles es de lo más exclusivo. A diferencia de en las peluquerías españolas aquí no te hacen esperar ni medio minuto, en las peluquerías como en cualquier comercio hay personal de sobra. Y además, es más caro o más barato según quien te corte, un novato, un intermedio o el dueño de la peluquería (aunque en general es barato, ayer dos chicos y dos chicas lavar, cortar y peinar salimos por unos veinte euros) Lo mejor es la parte en que te lavan la cabeza porque, además de tener unos lavabos mucho mejor pensados que los de España en los que no te partes el cuello, te hacen un masaje en la cabeza que no es un "happy ending", pero casi. Así que tal vez sea una visita recomendable para los que vengáis, aunque quizá con gente con pelo rizado o muy fuerte no se manejen por la falta de costumbre.
Ayer también conocimos un mercado de barrio que hay debajo de nuestra casa, en el que vamos a empezar a hacer la compra como cualquier maruja china. No sólo era limpio para los estándares chinos, sino rápido (una vez más, exceso de personal) y barato, compramos varios kilos de verdura por unos cuatro euros. Y además te regalan unas guindillitas igual que en España el perejil.
Toda esta compra fue para invitar a unos amigos a cenar a casa (lavar platos durante dos horas esta mañana nos ha hecho arrepentirnos hasta la saciedad) Como entre los invitados había chinos, quedamos a las siete de la tarde, para luego ir a la fiesta china. Esta vez llegamos, en el jaguar de una de las invitadas, por cierto, a una hora más normal para ellos y estaba mucho más animada. Adem
ás de estar el mismo cachorro de perro de la semana pasada (esta vez vestido con un precioso tutú rosa) y su dueño, que es el típico chino malo de las películas (ya sabéis, en las películas de chinos el que es malo tiene el pelo largo y dientes afilados) había un montón de gente. Allí nos enteramos que la bebida china por excelencia para ir de copas es el whiskey con té verde, (templado, por supuesto) y de que nos consideran admirables por tener energía para acostarnos más tarde de las diez y luego levantarnos a las 7 o las 8 para ir a trabajar y seguir vivos.
Nos vamos a ir a probar los masajes de pies chinos, en el próximo capítulo ya os contaremos qué tal.
Tenemos una pista, ayer en el mercado vimos un bebé tan gordote, que perfectamente podía ser la hermana de Chupao.
Un abrazote,
Oscar y Mónica
Como prueba de nuestra adaptación a la ciudad ayer nos tocó ir a la peluquería porque a Oscar le llegaban los ricillos al hombro, la verdad es que nos fue bastante fácil porque íbamos con un amigo chino y porque nos cortó el pelo un señor que hablaba un perfecto inglés, pero eso no quita que el mundo de la peluquería china se merezca un capítulo.
En Shanghai en cada calle hay al menos una peluquería y un sitio de hacerse masaj
Ayer también conocimos un mercado de barrio que hay debajo de nuestra casa, en el que vamos a empezar a hacer la compra como cualquier maruja china. No sólo era limpio para los estándares chinos, sino rápido (una vez más, exceso de personal) y barato, compramos varios kilos de verdura por unos cuatro euros. Y además te regalan unas guindillitas igual que en España el perejil.
Toda esta compra fue para invitar a unos amigos a cenar a casa (lavar platos durante dos horas esta mañana nos ha hecho arrepentirnos hasta la saciedad) Como entre los invitados había chinos, quedamos a las siete de la tarde, para luego ir a la fiesta china. Esta vez llegamos, en el jaguar de una de las invitadas, por cierto, a una hora más normal para ellos y estaba mucho más animada. Adem
Nos vamos a ir a probar los masajes de pies chinos, en el próximo capítulo ya os contaremos qué tal.
Tenemos una pista, ayer en el mercado vimos un bebé tan gordote, que perfectamente podía ser la hermana de Chupao.
Un abrazote,
Oscar y Mónica