miércoles, 16 de junio de 2010

Monjes por un día

A las buenas,

Hoy os escribimos brevemente, con nuestras visitas camino de Pekín y una importante paliza en el cuerpo, después de estos días de trotar con ellos. No lo sabréis, pero aquí había unos días de fiesta y queríamos aprovechar para viajar a la playa, pero se inundó. Como sí sabéis, cuando aquí hay fiesta se movilizan muuuuuuuchos millones de chinos, así que no es tan fácil encontrar billetes ni alojamiento a ningún sitio turístico. Y entonces decidimos saltarnos los circuitos turísticos e irnos a un monasterio a vivir la experiencia..



¡Y qué experiencia! Para empezar no conseguimos billetes de tren a donde queremos ir, pero unos chinos muy resueltos nos mandan en otro autobús, que nos deja tirados en un puesto de autopista donde otro chino muy resuelto nos consigue un taxi para cuatro hasta la estación de autobuses del pueblo y desesperado porque no consigue otro taxi lleva él mismo a los otros cuatro. En la estación de autobuses compramos los billetes de vuelta y conseguimos otros taxis que nos llevan por fin al templo.

El templo es poco más o menos como todos los templos chinos, lo diferente en este caso es que venimos para quedarnos a dormir y no sabemos muy bien cómo funciona. Así que damos varias vueltas hasta que encontramos a unos monjes y les explicamos que queremos pasar allí la noche, no deben llegar muchos "lawais" hasta allí, así que no se parten de risa porque son monjes y practican la contención, pero si pudieran lo harían. Nos llevan a la oficina a registrarnos y nos enseñan estas normas (que dicen, un "lawai" que pasó antes por allí les ayudo a escribir) Como veis lo importante son los horarios: 7 pm a dormir, 4.30 am, rezo de la mañana, 4.30 pm cena...fantástico, acabamos de comer y llegamos a tiempo para la cena, que por supuesto se empeñan en qué comamos porque no se creen de ninguna manera que realmente acabemos de terminar de almorzar. Esperamos bambú y arroz pasado, pero la comida (vegetariana y sencilla) está deliciosa.

Nos instalamos (Una señorita Rotermeyer China, la "Chinameyer" a partir de ese momento, nos ayuda a ello y nos deja con miedito para el resto del día), paseamos, subimos a una pagoda, nos echan la bronca un poco por todo (no se puede fumar, taparos los hombros-golfas, shhhhhhhhh que habláis muy alto) y nos compramos una sandía temiendo volver a tener hambre unas pocas horas después, es decir, a la hora de la cena. Por allí sólo andamos nosotros y dos parejas de "enteradillos" que vienen de Shanghai a menudo a buscar orientación (nadie nos dice si espiritual, sexual o de los mapas..) que, por cierto, son los que nos traducen las regañinas al inglés para que nos enteremos. Como no tenemos muy claro si el templo es budista, taoista o confunciano le preguntamos a "los enteradillos" que nos dicen que "es un templo...pues....chino" Vamos, que no lo saben, ni les importa, ellos van allí a hablar con el master (del universo) porque como ellos dicen, la religión en China, no es tan complicada como la nuestra.

Cuando ya han dado las 7 y estamos resignados a irnos a dormir el master (del universo) nos invita a tomar té junto con los enteradillos en su despachito. Prepara algunos de los tés más caros de China, hace una ceremonia confunciana para ello (que incluye coger los vasos con los palillos y limpiarlos unas mil veces con agua y té) y nos ofrece chocolatinas. Nosotros querríamos hacerle preguntas profundas y espirituales, pero el "enteradillo" nos dice, que de lo que habla el master (del universo) no se entera ni él que es chino y que mejor no nos esforcemos. Así que nos conformamos con hablar del té, lo difícil que es estudiar chino..todo muy terrenal. Veinte vasitos de té después nos vamos para la cama, todavía son las nueve. Y aunque matamos un poco más el rato, a las diez estamos en nuestros camastros de madera (patas, cabecero, colchón de madera) dispuestos a levantarnos a las 4.30 para ir a la ceremonia de los monjes.

Y como somos muy cumplidores lo conseguimos todos. La ceremonía, no dura menos de una hora como pone en el horario, si no dos horitas enteritas, de cánticos, genuflexiones hasta poner la cabeza en el suelo y dar vueltas al templo reverenciando distintos budas. No tenemos fotos, ni vídeos y es difícil explicaros cómo es todo aquello, mientras amanece entre la bruma. Pero la experiencia, no tiene precio. Eso es principalmente a lo que hemos venido, así que el resto del día (y no sabéis lo que cunde un día cuando te levantas a las 4.30 de la mañana y a las 6.30 ya has hecho tus rezos) desayunamos, arroz con verduras de nuevo y nos vamos a visitar un templo-museo del té en la montaña y por supuesto tenemos alguna que otra aventurilla para conseguir volver a la ciudad. Pero como os decía arriba, es hora de irse a dormir (los monjes ya llevan unas cinco horas de ventaja) Sólo os diré que por cinco euros, habitación, cena, desayuno, comida, té con el máster (del universo) y unirte a unos monjes que rezan es más de lo que nadie puede pedir.



Por alguna razón, no me costaría imaginarme a nuestro Chupao siendo un tranquilo monje en cualquiera de los templos de China, eso sí, siempre escapándose para poder saltarse la dieta vegetariana.

Un fuerte abrazo,

Oscar y Mónica

1 comentario:

Nacho M. dijo...

Hay que ser joven y estar en China con un grupo de amigos, sino no se entiende. Vale que económicamente cojonudo, pero pasar un fin de semana de ejercicios espirituales chinescos tiene su miga. Me recuerda un poco a aquello de “no creo en la católica que es la nuestra y la verdadera, como para creer en ésta”. Por lo demás, la envidia me corroe.
Besucos muchos.